La historia de la mujer que creó la primera lengua artificial

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La creación y difusión de lenguas artificiales ha sido un tema de gran estudio y curiosidad entre estudiosos y entusiastas de la comunicación por años. La más conocida es el esperanto, un idioma pensado para ser universal y con el objetivo de unir a la comunidad global. Como producto de la ciencia ficción, también destacan el origen y uso del Klingon, del universo de Star Trek; y el Alto Valyrio de Game of Thrones.

Estas dos lenguas han generado tal interés y curiosidad entre los fans de las series y el cine que la plataforma de enseñanza Duolingo desarrolló con su equipo científico cursos específicos para estos dos idiomas. La compañía se caracteriza por considerar distintos factores culturales, geográficos y sociales al momento de crear nuevos cursos para sus estudiantes. Por ejemplo, al avanzar en los cursos del altamente popular Alto Valyrio, el aprendiz podrá ir aprendiendo desde lo más básico (hablar de comida, usar números y debatir sobre ropa) hasta usar habilidades típicas del mundo de Westeros, el universo ficticio de la saga.

En lo que respecta a otras lenguas artificiales, quizás la más extraña y antigua sea la conocida como Lingua Ignota, que en latín significa “lengua desconocida”, creada por una mujer, Hildegarda de Bingen, en el siglo XII.

Hildegarda fue una religiosa alemana que dejó un legado amplio e interesante en la literatura, la música, la pintura, la medicina, la botánica y la anatomía, además, poseía un don que fue clave para su canonización en 2012: tenía visiones desde muy pequeña.

Quienes han estudiado su legado coinciden en que la Lingua Ignota fue creada por la religiosa para transmitir sus revelaciones divinas y comunicarse con sus compañeras eclesiásticas. No obstante, la función específica de este lenguaje no ha sido descubierta.

La “Lingua Ignota per simplicem hominem Hildegarde prolata” es una de las obras menos conocidas de Hildegarda, de la que se ha conservado solo una parte en dos manuscritos: el Códice gigante de Wiesbaden (Riesenkodex), y el de Berlín, Staatbibliothek Preußischer Kulturbesitz. En su conjunto se conocen alrededor de mil vocablos y 23 letras de este idioma artificial.

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